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jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 51: Pequeñas cosas.

Capítulo 51: Pequeñas cosas.

(Narra Sarah)

Niall comenzó a tocar la guitarra y Zayn luego empezó a cantar. Con cada palabra que cantaban de aquella hermosa canción me sentía muy identificada. Las lágrimas comenzaron a salir rápido de mis ojos deslizándose por mis mejillas hasta llegar a mi boca con un sabor salado, con las mangas de mi chaqueta negra me las sequé, pero enseguida otras bajaban rápido. Las chicas me abrazaron, me apoyé en el hombro de Emma sin apartar la mirada de Harry, que cantaba mirándome fijamente.

-Estoy enamorado de ti... y de tus pequeñas cosas.

La canción terminó, con mis manos tapé mi cara y apoyé mis codos en mis rodillas. No podía parar de llorar, eran tantos recuerdos, tantos sentimientos metidos todos en una canción que lo describía perfectamente. Harry salió y se acercó a mi, se sentó a mi lado y me abrazó con sus fuertes brazos, me quité las manos de la cara y le devolví el abrazo apoyando mi cabeza en su hombro. Harry besó mi pelo. Cuando me calmé un poco, entraron los chicos a seguir grabando, Alice y Emma salieron a por unos starbucks para nosotras. Allí estuvimos la mañana escuchando a nuestros chicos cantar. Cuando terminaron, Harry y yo fuimos los primeros en salir de allí. No sabía a donde íbamos, Harry cogió mi mano y tiró de mi hasta el coche. Gritando nos despedimos de los chicos. Nos montamos en el coche, Harry lo puso en marcha, durante todo el camino le estuve preguntando a donde me llevaba, pero no me decía nada. Al fin llegamos después de unos largos minutos metidos en el coche. Harry me abrió la puerta. Olía a playa, me giré y allí estaba, aquel lugar donde comenzó nuestra relación. Miré a Harry un instante que se acercaba a mi con un mantel celeste y una pequeña cesta, el viento se colaba entre los rizos de Harry moviéndolos de un lado para otro, me miró sonriendo y juntos nos acercamos a las grandes rocas, nos colocamos detrás de estás. Harry extendió el mantel en el suelo y colocó la cesta en el centro para que no se volara. Nosotros nos sentamos en cada lado y comenzamos a almorzar, Harry ya lo tenía todo preparado.

-¿Te gustó? -preguntó Harry.
-Ha sido... -hice una pausa para mirarle fijamente a sus ojos verdes- Ha sido increible.
-Me alegro de que te haya gustado -sonrió.
-¿Por qué lo hiciste Harry?
-Porque quería que me dieras una oportunidad y porque quiero estar contigo de nuevo.
-Pero es que tengo miedo...
-¿Miedo de qué, Sarah?
-De volver a separarnos...
-Como si quieres darme la oportunidad dentro de dos años, yo voy a seguir con la gira, con conciertos y nos tendremos que separar. Pero, si de verdad me quieres y quieres estar conmigo no te importará la gira ni la fama ni nada, y esperarás el tiempo que haga falta, y como te he dicho otras veces, esta vez no será igual, no estarás en España y además estarán las chicas contigo y... -no pude resistirme, lo cogí de las mejillas y me acerqué a él para besarle, cuanto lo deseaba... Despacio nos fuimos separando- Y... que aún te amo, Sarah.
-Y yo a ti, Harry.
-Entonces... ¿me das una oportunidad?
-Claro que sí -sonreí antes de echarme encima de Harry.

Cuando terminamos de almorzar nos sentamos encima de las grandes rocas que habían a nuestro lado y allí estuvimos parte de la tarde viendo como las olas chocaban en las rocas. Yo tenía a Harry a mi lado que rodeaba mi cintura con su brazo derecho. El viento echaba mi pelo hacia detrás rozando cada parte de mi rostro. Me eché en el hombro de Harry. Los dos estábamos en silencio, tan solo observábamos como el sol se hundía en el agua. Despacio fui bajando de las rocas intentando de no caer al agua. Estuve unos minutos caminando por aquella playa dejando las huellas de mis pies en la arena húmeda, el agua fría mojaban mis pies al llegar a la orilla haciendo que un escalofrío recorriera cada parte de mi cuerpo. Me giré un instante y pude observar el anochecer. Aquello era realmente hermoso, la luna se reflejaba en el mar. Miré un instante a las rocas, Harry se acercaba despacio a mi sonriente, con sus manos metidas en los bolsillos. El pelo me tapaba la cara debido al viento, me lo aparté y me acerqué a Harry para besarle. Cuando nos separamos le mordí el labio y sonreímos, Harry iba a volver a besarme pero yo me separé y comencé a correr. Harry corría detrás de mí pero no me alcanzaba, como podía lo esquivaba, cada vez nos metiamos más en el agua fría del mar. Corríamos por la orilla riendo. Harry me cogió de la cintura y avanzó unos metros así. Apartó mi pelo y comenzó a besar despacio mi cuello. Se sentó en la arena, sentándome entre sus piernas. Él tenía sus grandes manos apoyadas en mi vientre mientras yo jugaba con ellas y mi cabeza la tenía apoyada en su pecho. Levanté un instante la cabeza para poder mirarle a los ojos, Harry sonrió y me dio un corto beso en la nariz. Sonriente me coloqué bien y allí estuvimos un tiempo, observando a la enorme luna reflejada en el mar, solos, de noche, con el ruido de las olas chocar en las rocas de fondo.

(Narra Harry)

Sarah iba delante con la cesta. Su pelo se movía de un lado para otro cada vez que cada un paso a la vez de sus caderas. Abrió el maletero y guardó la cesta, luego el mantel. Metió la mano en mi bolsillo del pantalón y cogió las llaves del coche.

-¿Puedo? -preguntó ella abriendo la puerta de éste.
-¿Desde cuando conduces? -dije sentándome en el coche.
-Hace unos meses que sé conducir -rió ella poniendo el coche en marcha- ¿Te gusta la velocidad? Porque a mi me encanta -dijo Sarah aumentando la velocidad del coche.
-Miedo me das -dije poniéndome el cinturón.

Sarah comenzó a reír. Bajé las ventanilla dejando que el viento acariciara nuestro rostro. No conducía mal, la verdad, y cada vez que podía aceleraba el coche, era un peligro. Giré mi cabeza para poder verla bien. Y allí estaba ella de nuevo, junto a mi, concentrada en la carretera, con sus dos pequeñas manos en el volante. Me miró un instante y me sonrió, luego volvió a mirar a la carretera, queríamos llegar vivos a casa. Sarah aparcó el coche en frente de casa y después de quitarme el cinturón comencé a aplaudir, riendo nos bajamos del coche y abrimos el maletero, cogimos las cosas y entramos en casa. Cerré la puerta de casa y entré en la cocina. Sarah subió a la habitación, guardé todas las cosas en el sitio y subí. Sarah salió de la habitación con un pijama morado puesto, unas zapatillas de invierno, el pelo suelto y sin maquillar, la besé sonriendo y entré en mi habitación para ponerme también un pijama, aquella noche hacía demasiado frío, no me extrañaba que pronto comenzara a nevar.

-¡Harry, corre baja! -gritó Sarah desde el patio.
-¿Qué pasa? -grité mientras bajaba las escaleras.
-¡Corre, corre! -dijo ella antes de entrar al patio. Y como pensé minutos antes, estaba nevando- ¡Está nevando!
-Es hermoso, ¿verdad?
-Nunca vi nevar -dijo Sarah abrazándome por la cintura.
-Ven -dije agarrándola de la mano.

Dejábamos la huella de nuestros pies por la nieve. Senté a Sarah en una de las sillas de madera y cogí un palo que había debajo del árbol. Me senté a su lado y dibujé un corazón en la nieve, miré a Sarah un instante que me observaba sonriente, volví a mirar el dibujo y dentro del enorme corazón que dibujé puse nuestras iniciales ''S.H''. Estuve un par de minutos observando aquella pequeña obra de arte que había echo cuando noté algo frío chocar en mi mejilla. Miré a Sarah que se encontraba riendo detrás de la mesa. Me toqué la mejilla y me quité lo que quedaba de nieve, me iba a levantar cuando Sarah me tiró otra bola. Riendo cogí y flojó le lancé una. Sarah comenzó a correr por todo el patio. Se escondió detrás del balancín de madera y desde allí comenzó a tirarme bolas de nieve. Yo estaba detrás del gran árbol. Despacio fui saliendo de mi escondite y esquivocando las bolas que ella me seguía lanzando me acerqué a ella. Me coloqué a su lado y le quité la bola de nieve que tenía en la mano preparada para lanzarmela. Me acerqué despacio a sus labios para juntarlos de nuevo. Éstos estaban fríos. Sarah sonrió y nos separamos. Observé un instante los grandes y hermosos ojos de Sarah y luego su pequeña nariz, que en aquel momento estaba roja por el frío.

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