Capítulo 51: Pequeñas cosas.
(Narra Sarah)
Niall
comenzó a tocar la guitarra y Zayn luego empezó a cantar. Con cada
palabra que cantaban de aquella hermosa canción me sentía muy
identificada. Las lágrimas comenzaron a salir rápido de mis ojos
deslizándose por mis mejillas hasta llegar a mi boca con un sabor
salado, con las mangas de mi chaqueta negra me las sequé, pero enseguida
otras bajaban rápido. Las chicas me abrazaron, me apoyé en el hombro de
Emma sin apartar la mirada de Harry, que cantaba mirándome fijamente.
-Estoy enamorado de ti... y de tus pequeñas cosas.
La
canción terminó, con mis manos tapé mi cara y apoyé mis codos en mis
rodillas. No podía parar de llorar, eran tantos recuerdos, tantos
sentimientos metidos todos en una canción que lo describía
perfectamente. Harry salió y se acercó a mi, se sentó a mi lado y me
abrazó con sus fuertes brazos, me quité las manos de la cara y le
devolví el abrazo apoyando mi cabeza en su hombro. Harry besó mi pelo.
Cuando me calmé un poco, entraron los chicos a seguir grabando, Alice y
Emma salieron a por unos starbucks para nosotras. Allí estuvimos la
mañana escuchando a nuestros chicos cantar. Cuando terminaron, Harry y
yo fuimos los primeros en salir de allí. No sabía a donde íbamos, Harry
cogió mi mano y tiró de mi hasta el coche. Gritando nos despedimos de
los chicos. Nos montamos en el coche, Harry lo puso en marcha, durante
todo el camino le estuve preguntando a donde me llevaba, pero no me
decía nada. Al fin llegamos después de unos largos minutos metidos en el
coche. Harry me abrió la puerta. Olía a playa, me giré y allí estaba,
aquel lugar donde comenzó nuestra relación. Miré a Harry un instante que
se acercaba a mi con un mantel celeste y una pequeña cesta, el viento
se colaba entre los rizos de Harry moviéndolos de un lado para otro, me
miró sonriendo y juntos nos acercamos a las grandes rocas, nos colocamos
detrás de estás. Harry extendió el mantel en el suelo y colocó la cesta
en el centro para que no se volara. Nosotros nos sentamos en cada lado y
comenzamos a almorzar, Harry ya lo tenía todo preparado.
-¿Te gustó? -preguntó Harry.
-Ha sido... -hice una pausa para mirarle fijamente a sus ojos verdes- Ha sido increible.
-Me alegro de que te haya gustado -sonrió.
-¿Por qué lo hiciste Harry?
-Porque quería que me dieras una oportunidad y porque quiero estar contigo de nuevo.
-Pero es que tengo miedo...
-¿Miedo de qué, Sarah?
-De volver a separarnos...
-Como si quieres darme la oportunidad dentro de dos años, yo voy a
seguir con la gira, con conciertos y nos tendremos que separar. Pero, si
de verdad me quieres y quieres estar conmigo no te importará la gira ni
la fama ni nada, y esperarás el tiempo que haga falta, y como te he
dicho otras veces, esta vez no será igual, no estarás en España y además
estarán las chicas contigo y... -no pude resistirme, lo cogí de las
mejillas y me acerqué a él para besarle, cuanto lo deseaba... Despacio
nos fuimos separando- Y... que aún te amo, Sarah.
-Y yo a ti, Harry.
-Entonces... ¿me das una oportunidad?
-Claro que sí -sonreí antes de echarme encima de Harry.
Cuando
terminamos de almorzar nos sentamos encima de las grandes rocas que
habían a nuestro lado y allí estuvimos parte de la tarde viendo como las
olas chocaban en las rocas. Yo tenía a Harry a mi lado que rodeaba mi
cintura con su brazo derecho. El viento echaba mi pelo hacia detrás
rozando cada parte de mi rostro. Me eché en el hombro de Harry. Los dos
estábamos en silencio, tan solo observábamos como el sol se hundía en el
agua. Despacio fui bajando de las rocas intentando de no caer al agua.
Estuve unos minutos caminando por aquella playa dejando las huellas de
mis pies en la arena húmeda, el agua fría mojaban mis pies al llegar a
la orilla haciendo que un escalofrío recorriera cada parte de mi cuerpo.
Me giré un instante y pude observar el anochecer. Aquello era realmente
hermoso, la luna se reflejaba en el mar. Miré un instante a las rocas,
Harry se acercaba despacio a mi sonriente, con sus manos metidas en los
bolsillos. El pelo me tapaba la cara debido al viento, me lo aparté y me
acerqué a Harry para besarle. Cuando nos separamos le mordí el labio y
sonreímos, Harry iba a volver a besarme pero yo me separé y comencé a
correr. Harry corría detrás de mí pero no me alcanzaba, como podía lo
esquivaba, cada vez nos metiamos más en el agua fría del mar. Corríamos
por la orilla riendo. Harry me cogió de la cintura y avanzó unos metros
así. Apartó mi pelo y comenzó a besar despacio mi cuello. Se sentó en la
arena, sentándome entre sus piernas. Él tenía sus grandes manos
apoyadas en mi vientre mientras yo jugaba con ellas y mi cabeza la tenía
apoyada en su pecho. Levanté un instante la cabeza para poder mirarle a
los ojos, Harry sonrió y me dio un corto beso en la nariz. Sonriente me
coloqué bien y allí estuvimos un tiempo, observando a la enorme luna
reflejada en el mar, solos, de noche, con el ruido de las olas chocar en
las rocas de fondo.
(Narra Harry)
Sarah iba delante con la
cesta. Su pelo se movía de un lado para otro cada vez que cada un paso a
la vez de sus caderas. Abrió el maletero y guardó la cesta, luego el
mantel. Metió la mano en mi bolsillo del pantalón y cogió las llaves del
coche.
-¿Puedo? -preguntó ella abriendo la puerta de éste.
-¿Desde cuando conduces? -dije sentándome en el coche.
-Hace unos meses que sé conducir -rió ella poniendo el coche en marcha-
¿Te gusta la velocidad? Porque a mi me encanta -dijo Sarah aumentando la
velocidad del coche.
-Miedo me das -dije poniéndome el cinturón.
Sarah comenzó a reír.
Bajé las ventanilla dejando que el viento acariciara nuestro rostro. No
conducía mal, la verdad, y cada vez que podía aceleraba el coche, era un
peligro. Giré mi cabeza para poder verla bien. Y allí estaba ella de
nuevo, junto a mi, concentrada en la carretera, con sus dos pequeñas
manos en el volante. Me miró un instante y me sonrió, luego volvió a
mirar a la carretera, queríamos llegar vivos a casa. Sarah aparcó el
coche en frente de casa y después de quitarme el cinturón comencé a
aplaudir, riendo nos bajamos del coche y abrimos el maletero, cogimos
las cosas y entramos en casa. Cerré la puerta de casa y entré en la
cocina. Sarah subió a la habitación, guardé todas las cosas en el sitio y
subí. Sarah salió de la habitación con un pijama morado puesto, unas
zapatillas de invierno, el pelo suelto y sin maquillar, la besé
sonriendo y entré en mi habitación para ponerme también un pijama,
aquella noche hacía demasiado frío, no me extrañaba que pronto comenzara
a nevar.
-¡Harry, corre baja! -gritó Sarah desde el patio.
-¿Qué pasa? -grité mientras bajaba las escaleras.
-¡Corre, corre! -dijo ella antes de entrar al patio. Y como pensé minutos antes, estaba nevando- ¡Está nevando!
-Es hermoso, ¿verdad?
-Nunca vi nevar -dijo Sarah abrazándome por la cintura.
-Ven -dije agarrándola de la mano.
Dejábamos la huella de nuestros
pies por la nieve. Senté a Sarah en una de las sillas de madera y cogí
un palo que había debajo del árbol. Me senté a su lado y dibujé un
corazón en la nieve, miré a Sarah un instante que me observaba
sonriente, volví a mirar el dibujo y dentro del enorme corazón que
dibujé puse nuestras iniciales ''S.H''. Estuve un par de minutos
observando aquella pequeña obra de arte que había echo cuando noté algo
frío chocar en mi mejilla. Miré a Sarah que se encontraba riendo detrás
de la mesa. Me toqué la mejilla y me quité lo que quedaba de nieve, me
iba a levantar cuando Sarah me tiró otra bola. Riendo cogí y flojó le
lancé una. Sarah comenzó a correr por todo el patio. Se escondió detrás
del balancín de madera y desde allí comenzó a tirarme bolas de nieve. Yo
estaba detrás del gran árbol. Despacio fui saliendo de mi escondite y
esquivocando las bolas que ella me seguía lanzando me acerqué a ella. Me
coloqué a su lado y le quité la bola de nieve que tenía en la mano
preparada para lanzarmela. Me acerqué despacio a sus labios para
juntarlos de nuevo. Éstos estaban fríos. Sarah sonrió y nos separamos.
Observé un instante los grandes y hermosos ojos de Sarah y luego su
pequeña nariz, que en aquel momento estaba roja por el frío.
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