Capítulo 41: Me encanta el sabor de sus labios.
(Narra Harry)
En
cuanto terminó la firma de discos me dirigí al aeropuerto. A las 14:00
salía mi avión, y quedaba muy pocos minutos. Llegaría a la hora justa
para poder acompañar a Sarah a los castings. Corriendo crucé el
aeropuerto. Conseguí montarme a tiempo en el avión. La azafata comenzó a
explicar las instrucciones. Durante el vuelo no dejé de pensar en ella.
La echaba mucho de menos. Echaba de menos sus besos, sus abrazos, su
risa, extrañaba ver aquella amplia sonrisa cada mañana, aquella sonrisa
que me enamoró en cuanto la vi por primera vez. No me sentía capaz de
ser feliz si ella no estaba. Pensaba que eso de la distancia no era tan
malo, pero me equivoqué. Yo seguía buscando maneras para poder verla más
a menudo, pero iba a ser imposible, nuestro manager nos comentó que nos
íbamos de gira por Estados Unidos durante unos meses, y aún no sabía
como decírselo a Sarah.
Observaba distraido por la ventanilla del
avión cuando la azafata avisó por el megáfono que ya estábamos en
Sevilla. Me levanté del asiento cuando el avión aterrizó y de uno en uno
fuimos saliendo del avión. Corriendo recorrí el aeropuerto. Todo el
mundo me miraba y algunos paparazzis corrían detrás de mi. Pedí un taxi y
le di la dirección de la escuela de danza donde se encontraba Sarah.
Después de unos eternos minutos llegamos a la escuela. 16:14. Entré en
la escuela. Todo el mundo me miraban. Había algunas fans. Les expliqué
porque estaba allí y pedí por favor que no gritaran. Primero salió una
chica de la sala y abrazó a otra chica llorando. Después salió un
chico... ¿Eso quería decir que habían elegido a Sarah? Pedí a una fan
que me dejara esconderme detrás de ella. Pocos segundos después, Sarah
salió gritando y saltando de la emoción. Cuando vio que todos estábamos
callados, nos miró extrañada uno a uno. Aquella fan se apartó dejando
que Sarah me viera. Ésta se quedó callada, sin saber que hacer.
Corriendo me acerqué a ella y la abracé fuerte. Ella seguía ahí parada,
hasta que al fin reaccionó y con sus pequeños brazos me devolvió el
abrazo fuerte hundiendo su cabeza en mi pecho. Comenzó a llorar. Besé su
pelo y después lo acaricié.
-¡Lo has conseguido! -dije emocionado.
-Lo he conseguido, Harry... -dijo ella volvieron a llorar. Riendo le
abracé de nuevo. Sabía lo importante que era para ella aquel casting.
Salimos de la escuela y agarrados de la mano paseábamos por las
preciosas calles de Sevilla.
-¿Por qué no me dijiste que ibas a venir? -preguntó ella abrazándome por la cintura mientras caminábamos.
-Quería darte una sorpresa.
-Me asusté. Pensé que me estaba volviendo loca y ahora te vería por todas partes -dijo ella haciéndome reír.
La
abracé besando su mejilla derecha. Alquilamos un par de bicicletas y
dimos una vuelta por el centro de la ciudad, con cuidado de no chocar
con nadie. Una de las veces que estuvimos a punto de chocar, fue cuando
soltamos una mano del manillar y agarrados de la mano paseamos unos
metros riendo. Pero tuvimos que separarnos, ya que estuvimos a punto de
atropellar a un hombre. Riendo nos disculpamos. Volvimos a dejar las
bicicletas en su sitio y pedimos un taxi, para que nos llevara a las
afueras de la ciudad para poder estar solos. Pagué al taxista y bajamos.
Era todo campo, a lo lejos se podía ver la ciudad. Eran las 17:03. Tan
solo me quedaba dos horas con ella. Nos sentamos en la hierba. Sarah se
sentó en frente de mi. La besé con delicadeza, como si en un momento
fuera a romperse. Me separé de ella despacio y le acaricié su mejilla
derecha.
-Con el dinero que gane en la escuela, intentaré ahorrar para poder ir a Londres -dijo ella sonriente.
-Sarah, yo quería comentarte algo...
-¿Qué pasa, Harry? -dijo ella preocupada.
-Después de nuestra gira... Nos vamos a Estados Unidos unos meses.
-¿A... A Estados Unidos?
-Sí... -agaché la cabeza.
-¿Cuanto tiempo?
-Unos cuatros meses... O puede que más. No lo sabemos todavía -Sarah agachó la cabeza.
-Es... mucho tiempo, Harry.
-Lo sé, Sarah...
Con sus dos pequeñas manos se tapó la cara.
Comenzó a llorar. Agaché la cabeza. Aquello me hundió. Me dolía verla
llorar, verla triste, preocupada... Las lágrimas amenazaban con salir.
Apreté los labios y miré a Sarah un momento. Se estaba limpiando las
lágrimas. Levanté mi cabeza y miré al cielo. Estaba despejado, todo lo
contrario a Londres. Cerré mis ojos y suspiré. Volví a mirar a Sarah,
que me miraba con los ojos rojos. Me acerqué despacio a ella y junté sus
labios con los mios. Aquel beso fue muy tierno. Nos transmitíamos todo
lo que teníamos guardado, amor, cariño, pasión, deseo, amistad,
tristeza... Despacio me sepré de ella unos milímetros, sin dejar de
rozar nuestros labios. Me encantaba el sabor de sus labios, ese sabor a
fresa que me volvía loco. Comencé a besar el cuello de Sarah. Ella se
apartó el pelo y fue acariciando mi abdomen con sus manos. Poco a poco
fui levantando su camiseta, pero ella me paró. No era el lugar adecuado
para hacerlo y tampoco teníamos protección. Sarah se colocó bien su
camiseta y se sentó entre mis piernas. Allí pasamos lo que nos quedaba
de tarde juntos entre besos, abrazos y algo de conversación. Llamé a un
taxi para volver a la ciudad. Ya tenía que volver. Cuando deseaba porder
quedarme allí con ella. Cuando el taxi llegó a la casa de Sarah, le
pedí que esperara unos minutos. Bajamos los dos del taxi y entramos en
su jardín para que nadie nos viera. Abrazos, besos y caricias. Besé su
frente y sonreí. Ella me devolvió una de sus mejores sonrisas. Salimos a
la entrada. Abrí la puerta del taxi y me metí en él. Me despedí con la
mano. Sarah me imitó. El coche se puso en marcha. Por la ventanilla del
taxi me volví a despedir de ella con una sonrisa. Ella me lanzó un beso y
entró en su casa. Me senté bien en el asiento y eché mi cabeza hacia
detrás. Esperaba que aquellos meses en Estados Unidos no estroperan
nuestra relación.
(Narra Sarah)
Dos semanas sin él. Estaba
muy nerviosa. Aquel día iba a ser mi primera clase como profesora. Se
habían presentando cinco chicas y cinco chicos a mi grupo. Óscar, uno de
los del jurado, nos iba a representar, el que nos iba a buscar
competiciones para bailar. Ya estaban planeando participar en el
Campeonato Internacional de Hip-hop de España. Sería dentro de dos
meses. Muchísimas veces he querido competir en aquel campeonato. Siempre
veía por internet las actuaciones, y al fin iba a estar allí, y encima
bailando con mi grupo. Y si ganábamos íbamos a ser mucho más conocidos, y
no solo en España, si no por todo el mundo. Abrí la puerta de la
escuela y me coloqué bien la gorra que llevaba puesta. Saludé a Óscar.
Ya todos los alumnos se encontraban dentro de la sala, ellos no sabían
quien era yo. Abrí la puerta y entré en la sala. Dos de las cinco chicas
se quedaron sorprendidas, sus ojos iban a salirse la órbita. Reí y me
acerqué al equipo de música. Enchufé los grandes altavoces a mi móvil y
puse una música lenta.
-Hola -sonreí- Soy, Sarah y seré vuestra profesora de Hip-hop.
-¡Sarah! -gritó una chica rubia.
-Por favor, quiero que me veáis como una profesora normal, no como la
Sarah novia de Harry, ¿entendido? -dije mirando a las dos chicas, que
asintieron sorprendidas aún- Bueno, quiero que os presentéis de uno en
uno y me hagáis una introducción de diez segundos para ver vuestro
nivel. Vamos, empieza tú -señalé a un chico moreno.
-Victor -sonrió el chico.
Le puse una música. Unos segundos
después de que ésta sonara comenzó a bailar. Me gustaba como bailaba. Lo
vivía y tenía su propia personalidad en el escenario, y eso me
encantaba. Aplaudí y dejé que comenzara a bailar la siguiente chica.
Victor, Javier, Aitor, Sandra, Rocío, Anabel, Paula, Carlos, Daniel y
yo. Más o menos me aprendí los nombres de ellos. Óscar entró un momento
en la sala. Me acerqué a él. Me comentó que ya teníamos nombre para el
grupo: 'De Vértigo' Pronto nos traerán nuestras camisetas. Cuando Óscar
se marchó me acerqué al equipo de música y comencé a enseñarles la
coreografía. Aprendían bastante rápido, tenían un gran nivel. Me alegré
de ver a los mismos que se presentaron al casting conmigo. Di unos
minutos para que descansaran. Eran dos horas de clase. Salí de la sala y
cogi mi mochila de las taquillas. Saqué el móvil. Tenía un mensaje de
Harry: '¡Suerte en tu primera clase, mi amor. Te amo!'. Sonreí mientras
lo leía. Guardé el móvil de nuevo y cerré la taquilla. Volví a entrar en
la sala. Aún quedaba una hora más de clase. Puse la música y seguimos
ensayando aquella coreografía con la que competiríamos en la semifinal
del Campeonato Internacional de Hip-Hop en España. Aquel campeonato que
nos iba a abrir muchas puertas.
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