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jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 32: Estúpidas sonrisas.

Capítulo 32: Estúpidas sonrisas.

(Narra Harry)

Sarah estaba un par de metros delante, la alcancé y sonriendo agarré su mano. La acerqué un poco a mí y la besé. Sonreí y juntos nos dirigimos a la Torre Eiffel. Sarah abrió su bolso y sacó su cámara, no le podía faltar. Fotografió cada detalle de ésta y sonriendo me enseñó algunas fotos. Muchísimas parejas iban de un lado para otro, agarrados de la mano, cada uno con esa sonrisa estúpida de enamorado. Pero esa sonrisa estúpida también la esbozaba yo por cada cosa que hacía o decía Sarah. Me giré y observé como emocionada observaba cada detalle de París. Sarah paró a una pareja de más o menos nuestra edad, para que nos hiciera una foto. Comencé a reír. Éstos asintieron, un poco sorprendidos, sobretodo la chica que en cuanto nos miró corriendo se llevó la mano a la boca. Sarah y Harry nos colocamos y el chico sacó la foto. Le devolvió la cámara a Sarah y ésta me la enseñó. La foto era muy bonita. Casi toda la Torre Eiffel salía detrás nuestra. Le dimos las gracias al chico que éste sonriendo estuvo a punto de comenzar a caminar de nuevo con su novia, cuando Sarah les interrumpió.

-Hola -sonrió ella dirigiéndose a la novia.
-H... Hola -tartamudeó la chica- ¿Sois Harry y Sarah? -asentí sonriente.

La chica se volvió a llevar las manos a la boca. Estaba a punto de gritar, pero Sarah le puso la mano encima de la suya para que no lo hiciera si no todo el mundo estaría pendiente de ellos de nuevo. El novio riendo se acercó a nosotros.

-Os ama -dijo él riendo.
-¿Quieres una foto?
-¡Sí! -dijo la novia sacando su móvil del bolso.

Se lo dio al novio y éste se alejó un par de metros de nosotros. La chica se colocó entre Sarah y yo. Sarah posó sus labios en la mejilla derecha de la chica sin apartar la mirada de la cámara, corriendo hice lo mismo en la mejilla izquierda de la chica. El novio hizo la foto y ella puso la foto de fondo de pantalla. Sacó un bolígrafo y nos pidió que le firmáramos la funda de su móvil. Primero lo hizo Sarah y después yo. La chica corriendo nos abrazó a los dos y nos dio las gracias. Emocionada, ésta se marchó con su novio, que la abrazó mientras le decía al oído '¡Lo has conseguido!' Nosotros comenzamos a reír mientras nos dirigimos a algún restaurante para almorzar. Seguimos paseando por aquella zona hasta encontrarnos con alguno. Estaba lleno de gente. Harry me miró.

-Podemos almorzar en el hotel -dijo Sarah mirándome.
-¿Y después volvemos otra vez?
-No. Podemos quedarnos en el hotel. Hay un gran balneario -dijo moviendo la cejas de arriba abajo riendo- Además tenemos más días.
-Esta bien, vamos -reí y de nuevo la agarré de la mano.

Nos dirigimos a la parada del autobús en la que bajamos antes. Éste acababa de llegar. Agarré fuerte la mano de ella y corriendo nos dirigimos al autobús. Sin aire entramos en éste. Nos sentamos en unos asientos. Ésta vez si que estaba lleno, pero intentábamos no llamar demasiado la atención. Aunque era imposible, se escuchaba como todos cuchicheaban después de entrar nosotros. Los siguiente minutos en el autobús estuvimos comentando sobre el balneario del hotel. Le enseñaron algunas fotos a Sarah y según dice aquello era impresionante.

El conductor avisó de que ya habíamos llegado al hotel, éste era el nuestro. Bajamos del autobús y entramos en el hotel. Esta vez había muy pocas personas. 14:52. Entramos en el restaurante y de nuevo pedimos la tarjeta y entramos en el buffet libre. Cogimos una bandeja para cada uno y empezamos a coger la comida. Ese día había pasta a la carbonara, carne y algo de ensalada. Me apeteció pasta a la carbonara y por lo que vi, cuando me crucé con Sarah, a ella también. Terminé de coger mi almuerzo y fui a buscar alguna mesa. Estaban casi todas vacías. Sarah ya había cogido una. Me acerqué a ella y me senté en frente suya.
Comenzamos a almorzar cuando escuchamos como unos seis camareros salían del buffet libre con un gran tarta y unas velas. Sonriendo se fueron dirigiendo a una mesa que había cerca de la nuestra. Un chico sonriendo se levantó. Todos los que estaban sentado con él comenzaron a cantarle el cumpleaños feliz y algunas personas más de otras mesas que sabían su idioma. El chico cada vez se ponía más rojo. En cuanto terminaron de cantar sopló las velas que habían colocadas en la tarta y todo el mundo comenzó a aplaudir, incluidos Sarah y yo. Los camareros comenzaron a repartir la tarta entre el chico y sus amigos y se fueron. Sarah me miró riendo. Terminamos de almorzar. Nos levantamos y cogimos nuestras bandejas. Las soltamos en la estantería. Felicitamos al chico del cumpleaños, obviamente en inglés, aunque el chico si que nos entendió porque nos respondió. Salimos del restaurante y nos dirigimos al ascensor. Justo llegar a éste, un par de chicas se montaron en éste. Íbamos a montarnos con ellas, pero llegamos tarde. Miré las escaleras que estaban a su lado. Nuestra habitación estaba en la quinta planta. Miré a Sarah. Ésta me hizo un gesto con la cabeza y yo asentí. Ella salió corriendo mientras reía. Fui detrás de ella, pero iba más rápido que yo. Además, yo no podía parar de reír. Mis piernas me comenzaron a fallar e iban más lentas. Tan solo me faltaba un piso. Como pude conseguí llegar a la habitación. La puerta ya estaba abierta. Estallé a carcajadas y entré. Sarah buscaba un bikini en su maleta. Se giró y me miró riendo. Negué con la cabeza quitándome el sudor de la frente con la mano y abrí mi maleta. Saqué un bañador oscuro y una camiseta. Sarah entró en el baño. Cogí la maleta pequeña y saqué unas chanclas. Me las puse y solté de nuevo la maleta en el suelo. Me miré un instante en el espejo y me peiné el pelo con las manos. Me coloqué bien la camiseta y me acerqué al baño. Di unos leves golpes en la puerta. Sarah no contestó. A los pocos segundos la puerta se abrió y salió ella sonriente. Besó mis labios. Colocó la ropa de antes encima de su maleta y se acercó a mí. Me agarró de la mano y salimos de nuevo de la habitación. Esta vez bajamos por el ascensor. Pulsé la planta baja y mientras éste bajaba despacio, observaba como Sarah se miraba en el espejo, mirando cada detalle de su rostro. Comencé a reír.

-Sarah, te pareces a Zayn -ella comenzó a reír a carcajadas y sorprendida me miró.
-¿Qué dices?
-¡Sí! Os lleváis todo el día en frente del espejo.

-No mientas -dijo ella girándose y dándome un golpe flojo en el hombro. Reí.
La puerta del ascensor se abrió. Justo detrás esperaba un hombre. Nosotros salimos y sonriente entró aquel hombre en el ascensor. Cruzamos la entrada del hotel y salimos de éste. Una calle más abajo se encontraba el balneario. Entramos por una pequeña puerta y nos adentramos en una pequeña sala. En la recepción se encontraba una chica. Ella nos entregó unos folios que tuvimos que firmar y nos pidió la tarjeta del hotel. Sarah se la entregó y ella nos indicó que ya podíamos entrar. Entramos por otra puerta y dejamos la ropa y las toallas en una taquilla. Nos adentramos en el balneario. Como dijo Sarah unas horas antes, aquello era impresionante.

(Narra Zayn)

Faltaban veinte días para ver a Emma. Veinte días... No sabéis cuanto tiempo llevaba deseando eso. Poder decir que algún día la iba a ver en persona y no a través de una pantalla, poder ver su pelo moreno, sus grandes ojos marrones, poder rozarla. 'Y es tan difícil. Estás tan lejos. Esta larga distancia me está matando. Me gustaría que estuvieras aquí conmigo' decía la canción que estaba escuchando en aquellos momentos. Se la dediqué a Emma hacía un par de semanas. A los dos nos encanta Bruno Mars, es una de las muchas cosas que tenemos en común. Era como yo pero en chica. Nunca antes había conocido a alguien con una personalidad tan similar a mí. Era extraño, muy pocas veces había sentido aquello por alguien. Nunca nadie me había echo sentir esas verdaderas mariposas revoloteando por mi estómago, nadie me había echo sonreír de esa manera, sin darme cuenta, sin querer. Con tan solo pensar en ella ya tenía la estúpida sonrisa de enamorado dibujada en la cara.

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