Capítulo 34: Un sueño echo realidad.
(Narra Harry)
Terminé
de colocar bien mi americana azul marino y me senté en la cama sin
dejar de mirarme en el espejo. Podía escuchar el sonido del agua, Sarah
se estaba duchando. Tenía una sorpresa preparada para ella. Era catorce
de Febrero, al día siguiente ya volvíamos a Londres. Habían sido las
mejores vacaciones de mi vida. Me acerqué al bolso de ella y saqué la
cámara de fotos. Entré en la galería y me puse a ver todas las fotos que
nos hicimos en el viaje. Una de las que más me gustaban fue la que nos
hicimos en Disneyland.
*Flashback*
Paseábamos agarrados de
la mano, en silencio, observando cada detalle de aquel enorme parque. Ya
habíamos visitado el parque Village y el Studio. El único que nos
faltaba era el de Disneyland. Cruzamos la larga calle donde se
encontraban todos los restaurante y todas las tiendas de aquel parque.
Cada uno saboreaba su manzana de caramelo. Le encantaban a Sarah. Ya
podíamos ver perfectamente el enorme castillo. Sarah sacó su cámara y
comenzó a sacarle fotos. Seguimos caminando. Nos montamos en una especie
de tarima donde se solían echar fotos, desde allí salía todo el
castillo. Paramos a una mujer que pasaba por allí con su familia para
que nos pudiera echar la foto. Le dimos las gracias y observamos la
foto. Era precioso, una de las más bonitas. Sarah me dio un corto beso y
se colgó su cámara en el cuello. Entramos en una de las tiendas por las
que pasamos antes y le compré unas orejitas de la Minnie. Ella se las
puso. Estaba preciosa. La besé. Salimos de la tienda y volvimos a pasear
por aquel parque. Vimos como unos niños comenzaron a gritar y a correr.
Sarah tiró de mí y nos acercamos a mirar. Estaba Mickey. Esperamos a
que los niños se echaran las fotos y después lo hicimos nosotros. Uno de
los que trabajaban allí se encargaba de las fotos. Sarah le dio su
cámara y nos pusimos en cada lado del ratón más famoso del mundo. Mickey
le firmó un autógrafo en una pequeña libreta que estaba usando Sarah
para que todos le firmaran, se la iba a regalar a su hermana pequeña.
Seguimos paseando. Una música comenzó a sonar. Sarah me miró extrañada y
paramos en frente del castillo. Un tren amarillo comenzó a andar por
las calles del parque. Todos los personajes estaban montados en éste y
comenzaron a bailar en el tren. Todos saludaban y algunos fueron
corriendo detrás del tren. Sarah agarró de mi mano y tiró de mi hasta el
tren. Mientras reíamos corríamos junto a todo el mundo detrás del tren,
aquello fue realmente inolvidable, como el espectáculo de fuegos
artificiales que hubo esa misma noche en el castillo.
*Fin del flashback*
Seguí
observando cada foto con una sonrisa. Sarah estaba realmente hermosa en
cada foto. Nos echamos fotos con casi todos los personajes. Con casi
todas las princesas. Sarah salió del baño ya arreglada. Llevaba un
hermoso vestido de palabra de honor verde agua. Por delante le llegaba
hasta las rodillas pero por detrás hasta los tobillos, era precioso
aquel vestido. La parte del pecho era de color blanco igual que sus
altos tacones. Tenía un recogido y se había maquillado genial. Llevaba
un bolso de mano. Dio una vuelta sobre si misma riendo y se echó un poco
de perfume. La besé. Salimos de la habitación y cruzamos el largo
pasillo de nuestra planta. Bajamos por el ascensor. Las puertas se
abrieron lentamente. Todo el mundo nos miraba y a los chicos se le iban
los ojos a Sarah, en parte estaba celoso pero me gustaba porque tenía a
la novia más guapa. Aquella noche podíamos salir a cenar fuera, así que
decidí llevar a Sarah a un restaurante de lujo que había cerca de la
Torre Eiffel.
Nuestra mesa estaba al lado de una gran ventana, con
vistas a la Torre Eiffel, que en aquellos momentos estaba encendida.
Estaba realmente hermosa. Muchísimas parejas cenaban en aquel
restaurante esa noche. Y muchas más caminaban por aquella zona, era el
día de San Valentín, en la ciudad del amor.
-¿Qué te ha parecido el viaje? -pregunté.
-Ha sido el mejor.
-Y el mío. El mejor -sonreí- Por cierto, pasado mañana, comenzará
nuestra gira y nuestro primer concierto será en Londres. Vendrás, ¿no?
Eleanor, Danielle y Alice también vendrán.
-Claro que iré mi amor -dijo Sarah esbozando una amplia sonrisa haciendo que sonría yo también.
-En cuanto termine la gira iré a España a verte.
-¿Me lo prometes? -dijo Sarah.
-Te lo prometo -dije antes de besarla.
En cuanto terminamos de
cenar, le pedí la cuenta al camarero y pagué. Salimos del restaurante y
agarré de la mano de Sarah entrelazando nuestros dedos. Caminamos un par
de minutos, hasta estar lo bastante cerca de la Torre Eiffel. Saqué un
pañuelo de mi americana y se lo puse a Sarah. Ella no se lo esperaba,
estaba distraída observando todo aquello. Reí y le hice un nudo. La besé
y la agarré de nuevo de la mano. Caminamos hasta la Torre Eiffel. La
agarré de la cintura y entramos en una especie de ascensor que nos
llevaba a la planta más alta de ésta. Antes que nada le di permiso a uno
de los hombres que habían por allí. En cuanto las puertas se abrieron
salí de allí ayudando a Sarah a que hiciera lo mismo. Cogí sus manos y
las apoyé en una especie de barandilla. Sarah estaba nerviosa, no sabía
el por qué. Me coloqué detrás de ella y despacio fue deshaciendo el nudo
que le hice al pañuelo. Éste cayó al suelo dejando ver a Sarah. Pude
ver como una lágrima caía por su mejilla derecha hasta parar en la
comisura de sus labios. Me acerqué lentamente a su oído, rozando mis
labios en éste.
-Somos la Torre Eiffel encendida un catorce de Febrero -susurré en su oído.
Sarah
despacio giró su cabeza. Sus ojos estaban húmedos y sus labios rozaban
los míos. Me sonrió. Le devolví la sonrisa. Juntó sus labios con los
míos. Sonreí entre éstos y comencé a besarla. Ella se colocó bien,
pasando sus manos por mi cuello mientras que con sus dedos jugaba con
mis rizos. Yo tenía mis manos en su cintura. Nuestros labios se movían a
la vez, estaban encajados perfectamente. Sarah se separó de mí, pero
sin dejar de rozar nuestros labios.
-Dime que esto no es de nuevo un sueño.
-¿Qué?
-Yo soñé con esto.
-No te entiendo.
-En el avión, cuando veníamos para Francia. Yo me quedé dormida y justo soñé con ésto.
-Pues cariño, tu sueño se hizo realidad.
-Gracias.
-No se merecen, Sarah.
-Sí que se merecen. Gracias por hacerme la mujer más feliz del mundo.
No
lo pude evitar, necesitaba hacerlo. Junté mis labios con los suyos
dando lugar a un beso tierno. Aquella noche sin duda había sido una de
mis mejores noches. Pude notar como algo paraba en mis labios. Era
húmedo. Me separé un instante de Sarah y pasé mi dedo pulgar por la
comisura de mis labios, era agua. No, no era agua, era una lágrima. Miré
a Sarah y vi que ella había comenzado a llorar. Corriendo la abracé,
hundiendo su cabeza en mi pecho, mientras besaba su pelo. La agarré del
mentón obligándola a mirarme. Sus ojos estaban rojos, pero a pesar de
estar llorando esbozada una amplia sonrisa. Sonreí. Rocé mis labios con
los suyos y susurrando le dije:
-Gracias a ti, por hacerme saber el significado de la palabra amor.
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