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jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 27: Los malos momentos no podrán con nuestro amor.

Capítulo 27: Los malos momentos no podrán con nuestro amor.

(Narra Harry)

Aún seguía sin creer todo lo que hizo Sarah por conseguir aquel viaje a París. Gastó todo el dinero que había estado ahorrando tanto tiempo para comprar mi regalo de cumpleaños. No sabía como agradecérselo, no sabía como decirle que fue lo mejor que pudieron hacer por mí. No me salían las palabras. Quería gritar, saltar, llorar.

Se levantó de la hamaca de madera en la que ella estaba sentada y se sentó en la mía. Se colocó entre mis piernas y la rodeé con mis brazos por su cintura. La abracé fuerte, juntando mi pecho en su espalda. 'Te quiero' susurré en su oído. Giró un poco su cabeza y se quedó mirándome fijamente. 'Yo más' me sonrío. Le devolví la sonrisa y le dí un corto y dulce beso. Se colocó bien. Estuvimos unos minutos allí echados, los dos en la misma hamaca, solos, observando como se movían los peces de un lado para otro en aquel pequeño lago artificial, donde se reflejaba la luna llena de aquella noche. Reíamos por cada tontería que veíamos hacer a los pequeños peces.

-¡Vamos! Lleváis ahí mucho tiempo. Los cariñitos en mi casa no, ¡eh! -rió Louis entrando en el jardín.

Sarah soltó una carcajada echando su cabeza hacia detrás apoyándola en mi hombro. Observé como se le achinaban los ojos al reír. Que hermosos. Nunca antes había visto unos ojos así, eran distintos, y me encantaban.

Lentamente Sarah se fue levantando de la hamaca y se colocó bien la ropa. La imité. Besé sus labios y le di un golpe flojo en su trasero. Ésta me miró sorprendida. Riendo me encogí de hombros. Entramos de nuevo en la casa de Louis. Todos nos miraban sonriendo.

-¿Ya arreglaron todo? -sonrió Niall.
-Sí -esbocé una sonrisa.
-Lo que ha hecho Sarah por ti ha sido increíble, Harry. Tienes suerte de tener una novia como ella. Seguro que nadie más haría algo así -dice Danielle mirando a ella. Miré también a Sarah. Sonreí.
-Bueno, bueno, a lo mejor yo si que lo hago -rió Louis llevándose a la boca una zanahoria que acaba de coger Eleanor para ella.

Todos reímos ante el comentario de Louis excepto Eleanor, que haciéndose la enfadada le dio un leve golpe en el hombre a éste cogiendo de nuevo su zanahoria. Louis la besó, así se le quitó el supuesto enfado a Eleanor. Todos tras ver aquello, miramos hacia otro lado quejándonos.

Nos despedimos de ellos. Mañana a la tarde vendrían a despedirse de nosotros al aeropuerto. Nuestro avión salía a la 16:00. Tenía una sorpresa preparada para Sarah. A las 10:00 había que estar en aquel lugar. Salimos de casa de Louis y nos montamos en el coche. Aquella noche estaban casi todas las calles demasiado oscuras, algunas farolas no estaban encendidas y solo alumbraba la luz de la luna. Llegamos al apartamento de Sarah. Bajé del coche y lo rodeé. Le abrí la puerta y ella bajó. Tenía los brazos cruzados, como si se estuviera abrazando y movía rápido sus manos de arriba abajo en los brazos. Cerré el coche y me acerqué a ella. Pasé mi brazo derecho por sus hombros y ella pasó sus brazos por mi cintura. Apoyó su cabeza en mi hombro izquierdo. La pegué a mí y entramos en su apartamento. Sarah entró en su habitación a ponerse el pijama y yo entré en la cocina para preparar dos chocolates calientes. En cuanto se terminaron de hacer los dos, entré en la habitación de Sarah. Estaba buscando por todos los cajones algún pijama que ponerse para dormir, pero ya los había guardado todos en la maleta. Solté las dos tazas en la mesita de noche y me quité la ropa dejándola encima de la silla de su escritorio. Apagué la luz. Sarah se giró y me miró extrañada. Abrí las ventanas y dejé que solo la luz de la luna alumbrara la habitación. Me acerqué despacio a ella. Estábamos los dos en frente de su espejo, yo detrás de ella. Los dos en ropa interior. La agarré de la cintura y observé como brillaban sus ojos a través de aquel espejo. Sarah tapó su vientre con sus brazos. Los aparté.

-No hace falta que duermas con pijama, hermosa -susurré.
-Hace frío.
-¿Crees que durmiendo conmigo y en ropa interior pasarás frío? -Sarah rió. Me miró y negó con la cabeza.
-No lo creo.
-Pues no se habla más. A dormir los dos en ropa interior.

Besé la comisura de sus labios y la cogí en peso. Pasé mi brazo izquierdo por debajo de sus rodillas y el otro brazo por su espalda. Ella con sus pequeños brazos rodeó mi cuello. La besé y la eché en la cama. Me senté a su lado y cogí las dos taza de la mesita de noche. Ella se colocó bien y sonriendo cogió la suya. Bebió un poco de ésta, dejándose un poco de chocolate en su labio. Corriendo besé su labio. Sarah rió entre éstos. Sin apartar la mirada ni un segundo nos tomamos nuestro chocolate caliente. Sarah sonrió y me besó. Solté las dos tazas de nuevo en la mesita de noche y nos echamos en la cama. Me tumbé boca arriba y ella apoyó su cabeza en mi pecho desnudo.

-Buenas noches, amor -susurró Sarah.
-Buenos noches, preciosa -dije cerrando los ojos.

(Narra Sarah)

La luz que entraba por la ventana me hizo despertar. Me giré. Harry aún seguía durmiendo. Sus rizos tapaban parte de su cara. Sonreí y despacio los aparté. Besé su frente y me levanté de la cama. Cerré la ventana y tapé a Harry. Abrí el armario y cogí una manta. Me la pasé por encima de los hombros tapándome y salí de la habitación.

Entré en la cocina y preparé el desayuno. Estaba preparando el café cuando noté unas manos posarse en mi cintura. Me giré y sonreí. Hasta con cara de dormido estaba precioso.

-Buenos días, amor -sonreí.
-Buenos días, cielo -dijo Harry con una voz ronca. Le dí un corto beso.
-Te has levantando muy temprano hoy.
-Me has despertado al besarme la frente -dijo Harry cogiendo su tostada y su café.
-Lo siento -reí sacando mi pan de la tostadora y sentándome en frente de él.
-No pasa nada. No podemos llegar tarde -dijo bebiendo de su café.
-Estoy deseando saber que es.
-Ya verás -sonrió Harry.

Cada vez tenía más intriga. Desayunamos muy tranquilos, teníamos tiempo de sobra. Estábamos muy emocionados por el viaje. Unas horas más tarde ya estaríamos pisando tierras francesas.

Terminamos de desayunar y lo recogimos todo. Harry fue a su casa a darse una ducha y a cambiarse de ropa. Entré en mi habitación y abrí el armario. Me puse un vestido vaquero con un fino cinturón negro. Cogí unas botas militares negras y me las puse. Cogí una gomilla del pelo y me hice una coleta alta, dejando dos mechones del flequillo caer por los dos lados de mi cara. Me puse algo de rimel, sombra de ojos y brillo labial. Saqué un gran bolso del armario y guardé todo lo necesario en él. Estuve viendo la televisión mientras esperaba a Harry. En cuanto sonó el timbre, cogí el bolso y abrí la puerta. Allí me esperaba el chico con el que quería pasar el resto de mis días.

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