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jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 29: J'taime.

Capítulo 29: J'taime.

(Narra Harry)

Fue la azafata la que me despertó. Avisaba de que ya estábamos en Francia. Sonreí y observé a Sarah. Se había quedado dormida. Tenía una pequeña sonrisa dibujada en la cara. Le di unos pequeños golpes en el hombro, hasta que despacio fue abriendo los ojos. Me levanté de mi asiento y cogí el bolso de Sarah que estaba justo arriba. Ésta volvió a cerrar los ojos y pocos segundos después los volvió a abrir. Se levantó y sonriendo me agarró de la mano. Cruzamos todo el aeropuerto cogidos de la mano. Esperamos un par de minutos a que llegaran nuestras maletas. En cuanto aparecieron por aquella cinta cada uno cogió la suya. Todo el mundo se nos quedaba mirando, pero no se nos acercaban, pedí que por favor nos dejaran un poco de espacio, que solo queríamos disfrutar de unas vacaciones. Y parecía ser que me hicieron caso. Observé a Sarah y sonreí. Salimos del aeropuerto y paré a un taxi que pasaba por allí. Nos montamos en él y le dí la dirección del hotel. Pasé mi brazo derecho por los hombros de Sarah y la atraje hacia mí. Ésta me besó la mejilla, pero rápido giré mi cabeza y me lo dio justo en los labios. Comenzamos a reír. Era una hora y quince minutos aproximadamente desde el aeropuerto al hotel. Pero a nosotros se nos pasó rápido, al menos a mí. Estuvimos todo el tiempo comentando y observando todo París desde la ventanilla del taxi. Ya habíamos llegado al hotel. Le di el dinero al taxista. Abrimos el maletero y cogimos nuestras maletas. Cerré el maletero y me despedí del taxista. Agarré a Sarah de la cintura y entramos en aquel hermoso hotel.

Abrimos la puerta. Sarah se llevó la mano a la boca en cuanto vimos aquel hotel. ¡Aquello era increíble! Era enorme. A un lado estaba la recepción y también unos grandes sofás de cuero. Nos acercamos a recepción. Un hombre con un perfecto inglés no explicó todo. Nos dio unas pequeñas tarjetas que tendríamos que entregar cuando fuéramos a los parques de Disneyland. Cogimos la tarjeta para entrar en la habitación y nos dirigimos a ésta. Habitación 2348. Despacio introduje la tarjeta y una luz verde se encendió a su lado. Sarah sonrió y abrí la puerta. Entramos en la habitación. Era preciosa. Sarah soltó las maletas y corriendo se adentró en ella. Era enorme. Tenía una gran cama de matrimonio y una mesita de noche en cada lado de ésta, con una pequeña lámpara cada una. Había un gran sofá beige a un lado de la habitación. Tenía un gran espejo en frente de la cama con un pequeño escritorio. Tenía algunos figuras, y eran preciosas. Una gran alfombra marrón cubría casi todo el suelo. Sarah abrió la puerta del baño y entró. Había una gran bañera redonda. ¡Tenía jacuzzi! Que bien me lo iba a pasar ahí metido. Salimos del baño. Sarah abrió las cortinas. Había un hermoso balcón. Abrimos las puertas y salimos. Desde allí se podía ver la Torre Eiffel. Sarah se giró emocionada y me abrazó. Sonreí y le abracé lo más fuerte que pude, hundiendo su cabeza en mi pecho. Abrazados salimos al balcón. Agarré a Sarah del mentón y la obligué a mirarme. Me sonrió. Le devolví la sonrisa. Despacio junté sus labios con los míos. Éstos se movían a la vez. Fue un beso tierno. Volvimos a entrar en la habitación y cogimos las maletas. La pusimos encima de la cama y comenzamos a sacar ropa. Colgamos un par de conjuntos en el armario y lo demás lo dejamos en la maleta. La dejamos en un lado de la habitación. Eran las 21:03. Bajamos al restaurante. Dimos nuestras tarjetas de la cena y entramos al buffet libre. Cada uno cogimos una bandeja y nos pusimos en la cola para coger la comida. Esa noche había pizza, pollo y patatas fritas. Cada uno cogimos lo suyo y nos sentamos en una de las mesas que había en aquel gran restaurante.

-¿Qué te apetece hacer ahora? -dijo Sarah sonriendo.
-Pues como ya es tarde y además estamos cansados del viaje, tan solo podemos ir a dar un paseo por los alrededor del hotel y conocer un poco ésto.
-Sí, mejor -sonrió.
-¿Qué te parece ésto? -dije observando todo.
-Es precioso todo.
-Sí, es impresionante.

Seguimos cenando, aunque ya no hablamos mucho más. En cuanto terminamos de cenar, cogimos las bandejas y la soltamos en una estantería. Allí los camareros la recogían. Agarré la mano de Sarah y salimos del restaurante. Cruzamos el largo pasillo del hotel y abrimos la puerta de la entrada. Salimos del hotel. Había un enorme jardín. Estuvimos un tiempo paseando por aquel jardín. Sarah llevaba su cámara de fotos y estuvimos echándonos muchas. Aquello era precioso. Sarah guardó la cámara y me agarró de la mano entrelazando nuestros dedos. En silencio fuimos observando todo el jardín. Había un puente de madera que llevaba al otro lado del jardín. Era precioso. Tenía un río debajo y algunas plantas colgaban de la madera del puente. Sarah volvió a sacar la cámara y la colocó con cuidado en la madera. Puso el temporizador y corriendo se puso conmigo en la foto. Salió el flash dejándonos ciegos. Sarah rió y cogió la cámara. La foto era hermosa. Salíamos los dos en frente del puente, apoyados en el otro lado de éste, juntos. Detrás nuestra se veía el gran río y todos los árboles. Sonreí y besé a Sarah. Seguimos caminando por el jardín. No había nadie a esa hora. Sobre las 23:00 volvimos al hotel. Estábamos cansados y al día siguiente queríamos levantarnos temprano para poder ver París. Volvimos a cruzar todo el jardín y los aparcamientos del hotel. Abrimos la puerta de la entrada y nos dirigimos a la habitación. Volví a introducir la tarjeta y abrí la puerta. Sarah entró primero. Cerré la puerta y me adentré en la habitación. Me quité los zapatos y los puse junto con las maletas. Sarah sacó un pijama de su maleta y entró en el baño. Me quité la ropa y la dejé encima de la maleta. Abrí las cortinas y observé la Torre Eiffel desde allí. Un par de minutos después pude ver como Sarah salía del baño y guardaba su ropa de nuevo en la maleta. Cerró la maleta y se hizo una coleta alta. Se giró y vio que yo la observaba sonriendo su reflejo en el cristal de la ventana. Sonrió y se acercó a mi despacio. Besó mi hombro y sin apartar los labios de éste me miró. Tenía unos ojos preciosos. Besé su frente. Nos echamos en la cama y pasé una sábana por encima nuestra. No hacia el mismo frío que en Londres, pero aún así hacía frio. Besé el pelo de Sarah. Le dí las buenas noches y despacio cerré los ojos. Estaba bastante cansado así que enseguida me quedé dormido.

Un rayo de luz entró por aquella gran ventana de la habitación. Lo que hizo que mis ojos se abrieran. Corriendo los cerré de nuevo, la luz entró en mis ojos. Parpadeé un par de veces y levanté despacio mi cabeza. Sarah tenía su brazo derecho rodeando mi cintura y su cabeza estaba apoyada en mi pecho desnudo. Sonreí y volví a apoyar mi cabeza en la almohada. Puse mi brazo izquierdo en mi nuca y observé el techo.

-Buenos días -susurró Sarah girando su cabeza hasta fijar sus ojos en los míos.
-Buenos días, preciosa -besé su frente y sonreí- ¿Ya estabas despierta?
-Sí -rió.
-¿Vamos a desayunar?

Sarah asintió y me dio un corto beso en los labios. Despacio se levantó de la cama y se colocó bien el pijama. Reí y me levanté. Abrimos las maletas y cada uno cogimos nuestra ropa. Sarah se puso unos vaqueros ajustados de color verde agua y una camiseta blanca. Se puso unas sandalias blancas y de la maleta pequeña sacó un bolso grande del mismo color. Sacó las gafas de sol, la plancha y el maletín de maquillaje y se metió en el baño. Yo me puse unos vaqueros negros con una camiseta gris. Saqué mis deportivas blancas y me las puse. Cogí la maleta pequeña y saqué mi gorro. Peiné mis rizos con la mano y me coloqué el gorro. Me eché algo de perfume y me miré en el espejo. Justo después de volver a colocar las maletas en su sitio salió Sarah del baño. Estaba hermosa. Se había planchado el pelo y le quedaba genial, aunque su pelo ondulado era perfecto. Estaba algo maquillada, tampoco tanto. Y olía a vainilla. Me encantaba ese perfume suyo. No aparté la mirada de ella. Aunque no me echaba cuenta. Guardaba sus cosas de nuevo en las maletas y las ponía de nuevo en su sitio junto con las mías. Se puso de pie mientras se peinaba un poco con la mano y me miró. Sonrió tímida y me dio un corto beso. Se iba a separar cuando la agarré de la cintura y la volví a pegar aún más a mi. La besé. Esta vez introduje mi lengua en su boca y jugué con la de ella. Cuando nos íbamos a separar, Sarah me mordió el labio. Comenzó a reír. Se miró un instante en el espejo. Se puso de espaldas, de lado y de frente. Se volvió a peinar con las manos.

-Pongas lo que te pongas estarás preciosa siempre, princesa -susurré en su oído.

Pude notar como suavemente se le erizaba la piel. Le mordí el lóbulo de la oreja. Ella rió nerviosa. Sus mejillas había tomado un color rojizo. Besé su mejilla derecha y la cogí de la cintura para que saliéramos de allí. Abrí la puerta de la habitación y cruzamos el largo pasillo de nuestra planta. La limpiadora estaba al final de éste. Le dimos los buenos días y entramos en el ascensor. Pulsamos la planta baja y despacio éste fue bajando. Observé a Sarah y sonreí. Un extraño pitido sonó en el ascensor. Las puertas se abrieron y agarré la mano de ella, entrelazando nuestros dedos. Todo el mundo nos miraba y eso en parte me gustaba, quería presumir por tener la mejor novia del mundo. 

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