Capítulo 29: J'taime.
(Narra Harry)
Fue la azafata la
que me despertó. Avisaba de que ya estábamos en Francia. Sonreí y
observé a Sarah. Se había quedado dormida. Tenía una pequeña sonrisa
dibujada en la cara. Le di unos pequeños golpes en el hombro, hasta que
despacio fue abriendo los ojos. Me levanté de mi asiento y cogí el bolso
de Sarah que estaba justo arriba. Ésta volvió a cerrar los ojos y pocos
segundos después los volvió a abrir. Se levantó y sonriendo me agarró
de la mano. Cruzamos todo el aeropuerto cogidos de la mano. Esperamos un
par de minutos a que llegaran nuestras maletas. En cuanto aparecieron
por aquella cinta cada uno cogió la suya. Todo el mundo se nos quedaba
mirando, pero no se nos acercaban, pedí que por favor nos dejaran un
poco de espacio, que solo queríamos disfrutar de unas vacaciones. Y
parecía ser que me hicieron caso. Observé a Sarah y sonreí. Salimos del
aeropuerto y paré a un taxi que pasaba por allí. Nos montamos en él y le
dí la dirección del hotel. Pasé mi brazo derecho por los hombros de
Sarah y la atraje hacia mí. Ésta me besó la mejilla, pero rápido giré mi
cabeza y me lo dio justo en los labios. Comenzamos a reír. Era una hora
y quince minutos aproximadamente desde el aeropuerto al hotel. Pero a
nosotros se nos pasó rápido, al menos a mí. Estuvimos todo el tiempo
comentando y observando todo París desde la ventanilla del taxi. Ya
habíamos llegado al hotel. Le di el dinero al taxista. Abrimos el
maletero y cogimos nuestras maletas. Cerré el maletero y me despedí del
taxista. Agarré a Sarah de la cintura y entramos en aquel hermoso hotel.
Abrimos
la puerta. Sarah se llevó la mano a la boca en cuanto vimos aquel
hotel. ¡Aquello era increíble! Era enorme. A un lado estaba la recepción
y también unos grandes sofás de cuero. Nos acercamos a recepción. Un
hombre con un perfecto inglés no explicó todo. Nos dio unas pequeñas
tarjetas que tendríamos que entregar cuando fuéramos a los parques de
Disneyland. Cogimos la tarjeta para entrar en la habitación y nos
dirigimos a ésta. Habitación 2348. Despacio introduje la tarjeta y una
luz verde se encendió a su lado. Sarah sonrió y abrí la puerta. Entramos
en la habitación. Era preciosa. Sarah soltó las maletas y corriendo se
adentró en ella. Era enorme. Tenía una gran cama de matrimonio y una
mesita de noche en cada lado de ésta, con una pequeña lámpara cada una.
Había un gran sofá beige a un lado de la habitación. Tenía un gran
espejo en frente de la cama con un pequeño escritorio. Tenía algunos
figuras, y eran preciosas. Una gran alfombra marrón cubría casi todo el
suelo. Sarah abrió la puerta del baño y entró. Había una gran bañera
redonda. ¡Tenía jacuzzi! Que bien me lo iba a pasar ahí metido. Salimos
del baño. Sarah abrió las cortinas. Había un hermoso balcón. Abrimos las
puertas y salimos. Desde allí se podía ver la Torre Eiffel. Sarah se
giró emocionada y me abrazó. Sonreí y le abracé lo más fuerte que pude,
hundiendo su cabeza en mi pecho. Abrazados salimos al balcón. Agarré a
Sarah del mentón y la obligué a mirarme. Me sonrió. Le devolví la
sonrisa. Despacio junté sus labios con los míos. Éstos se movían a la
vez. Fue un beso tierno. Volvimos a entrar en la habitación y cogimos
las maletas. La pusimos encima de la cama y comenzamos a sacar ropa.
Colgamos un par de conjuntos en el armario y lo demás lo dejamos en la
maleta. La dejamos en un lado de la habitación. Eran las 21:03. Bajamos
al restaurante. Dimos nuestras tarjetas de la cena y entramos al buffet
libre. Cada uno cogimos una bandeja y nos pusimos en la cola para coger
la comida. Esa noche había pizza, pollo y patatas fritas. Cada uno
cogimos lo suyo y nos sentamos en una de las mesas que había en aquel
gran restaurante.
-¿Qué te apetece hacer ahora? -dijo Sarah sonriendo.
-Pues como ya es tarde y además estamos cansados del viaje, tan solo
podemos ir a dar un paseo por los alrededor del hotel y conocer un poco
ésto.
-Sí, mejor -sonrió.
-¿Qué te parece ésto? -dije observando todo.
-Es precioso todo.
-Sí, es impresionante.
Seguimos cenando, aunque ya no hablamos
mucho más. En cuanto terminamos de cenar, cogimos las bandejas y la
soltamos en una estantería. Allí los camareros la recogían. Agarré la
mano de Sarah y salimos del restaurante. Cruzamos el largo pasillo del
hotel y abrimos la puerta de la entrada. Salimos del hotel. Había un
enorme jardín. Estuvimos un tiempo paseando por aquel jardín. Sarah
llevaba su cámara de fotos y estuvimos echándonos muchas. Aquello era
precioso. Sarah guardó la cámara y me agarró de la mano entrelazando
nuestros dedos. En silencio fuimos observando todo el jardín. Había un
puente de madera que llevaba al otro lado del jardín. Era precioso.
Tenía un río debajo y algunas plantas colgaban de la madera del puente.
Sarah volvió a sacar la cámara y la colocó con cuidado en la madera.
Puso el temporizador y corriendo se puso conmigo en la foto. Salió el
flash dejándonos ciegos. Sarah rió y cogió la cámara. La foto era
hermosa. Salíamos los dos en frente del puente, apoyados en el otro lado
de éste, juntos. Detrás nuestra se veía el gran río y todos los
árboles. Sonreí y besé a Sarah. Seguimos caminando por el jardín. No
había nadie a esa hora. Sobre las 23:00 volvimos al hotel. Estábamos
cansados y al día siguiente queríamos levantarnos temprano para poder
ver París. Volvimos a cruzar todo el jardín y los aparcamientos del
hotel. Abrimos la puerta de la entrada y nos dirigimos a la habitación.
Volví a introducir la tarjeta y abrí la puerta. Sarah entró primero.
Cerré la puerta y me adentré en la habitación. Me quité los zapatos y
los puse junto con las maletas. Sarah sacó un pijama de su maleta y
entró en el baño. Me quité la ropa y la dejé encima de la maleta. Abrí
las cortinas y observé la Torre Eiffel desde allí. Un par de minutos
después pude ver como Sarah salía del baño y guardaba su ropa de nuevo
en la maleta. Cerró la maleta y se hizo una coleta alta. Se giró y vio
que yo la observaba sonriendo su reflejo en el cristal de la ventana.
Sonrió y se acercó a mi despacio. Besó mi hombro y sin apartar los
labios de éste me miró. Tenía unos ojos preciosos. Besé su frente. Nos
echamos en la cama y pasé una sábana por encima nuestra. No hacia el
mismo frío que en Londres, pero aún así hacía frio. Besé el pelo de
Sarah. Le dí las buenas noches y despacio cerré los ojos. Estaba
bastante cansado así que enseguida me quedé dormido.
Un rayo de
luz entró por aquella gran ventana de la habitación. Lo que hizo que mis
ojos se abrieran. Corriendo los cerré de nuevo, la luz entró en mis
ojos. Parpadeé un par de veces y levanté despacio mi cabeza. Sarah tenía
su brazo derecho rodeando mi cintura y su cabeza estaba apoyada en mi
pecho desnudo. Sonreí y volví a apoyar mi cabeza en la almohada. Puse mi
brazo izquierdo en mi nuca y observé el techo.
-Buenos días -susurró Sarah girando su cabeza hasta fijar sus ojos en los míos.
-Buenos días, preciosa -besé su frente y sonreí- ¿Ya estabas despierta?
-Sí -rió.
-¿Vamos a desayunar?
Sarah asintió y me dio un corto beso en los
labios. Despacio se levantó de la cama y se colocó bien el pijama. Reí y
me levanté. Abrimos las maletas y cada uno cogimos nuestra ropa. Sarah
se puso unos vaqueros ajustados de color verde agua y una camiseta
blanca. Se puso unas sandalias blancas y de la maleta pequeña sacó un
bolso grande del mismo color. Sacó las gafas de sol, la plancha y el
maletín de maquillaje y se metió en el baño. Yo me puse unos vaqueros
negros con una camiseta gris. Saqué mis deportivas blancas y me las
puse. Cogí la maleta pequeña y saqué mi gorro. Peiné mis rizos con la
mano y me coloqué el gorro. Me eché algo de perfume y me miré en el
espejo. Justo después de volver a colocar las maletas en su sitio salió
Sarah del baño. Estaba hermosa. Se había planchado el pelo y le quedaba
genial, aunque su pelo ondulado era perfecto. Estaba algo maquillada,
tampoco tanto. Y olía a vainilla. Me encantaba ese perfume suyo. No
aparté la mirada de ella. Aunque no me echaba cuenta. Guardaba sus cosas
de nuevo en las maletas y las ponía de nuevo en su sitio junto con las
mías. Se puso de pie mientras se peinaba un poco con la mano y me miró.
Sonrió tímida y me dio un corto beso. Se iba a separar cuando la agarré
de la cintura y la volví a pegar aún más a mi. La besé. Esta vez
introduje mi lengua en su boca y jugué con la de ella. Cuando nos íbamos
a separar, Sarah me mordió el labio. Comenzó a reír. Se miró un
instante en el espejo. Se puso de espaldas, de lado y de frente. Se
volvió a peinar con las manos.
-Pongas lo que te pongas estarás preciosa siempre, princesa -susurré en su oído.
Pude
notar como suavemente se le erizaba la piel. Le mordí el lóbulo de la
oreja. Ella rió nerviosa. Sus mejillas había tomado un color rojizo.
Besé su mejilla derecha y la cogí de la cintura para que saliéramos de
allí. Abrí la puerta de la habitación y cruzamos el largo pasillo de
nuestra planta. La limpiadora estaba al final de éste. Le dimos los
buenos días y entramos en el ascensor. Pulsamos la planta baja y
despacio éste fue bajando. Observé a Sarah y sonreí. Un extraño pitido
sonó en el ascensor. Las puertas se abrieron y agarré la mano de ella,
entrelazando nuestros dedos. Todo el mundo nos miraba y eso en parte me
gustaba, quería presumir por tener la mejor novia del mundo.
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